Escuchanos por Internet

 

en Web en Blog

27.2.07

La constante ambivalencia de Néstor Kirchner


Por Joaquín Morales Solá

Hugo Chávez es un amigo impresentable, pero tiene la billetera más rebosante de petrodólares de América latina. Ni Néstor Kirchner ni más de cien empresarios argentinos han podido evitar la seducción de sus repletas alforjas.


El problema mayor con Chávez no es Washington, como cree el gobierno argentino. Consiste, en cambio, en las respuestas a algunas preguntas esenciales: ¿son importantes sólo los dineros que el caudillo venezolano derrama en suelo argentino? ¿O también vale la pena que la democracia y sus instituciones se preserven en este lado del mundo? Kirchner hizo en Puerto Ordaz un espectáculo de su decisión de no contenerlo a Chávez. Trató de contenerlo, sin embargo. La primera misión para contenerlo es decir que no hay contención , se sinceró un cercano colaborador presidencial.

Hasta resultaría comprensible que el presidente argentino se viera obligado a hacer una aclaración de ese tipo. La aclaración se la pidió personalmente el propio Chávez, dijeron fuentes oficiales. Nada explica, no obstante, que la diplomacia haya vuelto a la tribuna y a la épica, que es donde la diplomacia no debe estar nunca. ¿Cómo trató Kirchner de contenerlo? Le deslizó a Chávez cierta crítica por haberle reclamado a un Parlamento totalmente adicto poderes dictatoriales. Chávez siempre argumenta que pierde mucho tiempo con la burocracia parlamentaria; son los tiempos de la democracia que él no entendió nunca. Con la facilidad que tiene para llegar al centro de los asuntos, el presidente Lula dijo una vez que Chávez piensa y actúa como un militar. Punto. No hay que buscarle más explicaciones al asunto. Saben mandar . Esa fue la respuesta que Chávez le dio a Kirchner cuando éste le preguntó por qué se rodeaba de tantos militares.

Los argentinos buscaron luego una respuesta más alambicada a esa respuesta inexplicable: mandar, dijeron, se convierte en una preciosa virtud cuando el Estado es inservible, como ocurre en Venezuela. Saber mandar no es la virtud de un demócrata, sino la de un caudillo autoritario. En rigor, Chávez ha establecido un gobierno militar populista de los años 50 , según lo definió el diario español El País la semana última. Atrasa 50 años , confirmó un alto funcionario argentino; quizá no sea ésa la opinión de Kirchner. ¿Por qué tanta buena relación con Irán? , le preguntó Kirchner.

Chávez le respondió que necesitaba mantener alto el precio del petróleo y que Irán es su aliado en ese proyecto. El único acto no "chavista" que hizo Kirchner en Venezuela fue una reunión con la comunidad judía de ese país. El presidente argentino lo convenció luego a Chávez de que se reuniera con los dirigentes de esa comunidad, que se siente amenazada por Chávez y por su estrecha relación con el régimen teocrático de Irán, cuyo presidente cometió el crimen intelectual de negar el Holocausto.

Kirchner tiene una visión absolutamente economicista de la política exterior. Otros países también la tienen. Los empresarios norteamericanos hacen muy buenos negocios en Venezuela y no sólo con el petróleo. Venezuela importa gran parte de lo que consume y lo compra mayormente en los Estados Unidos. El intercambio comercial entre el país de Chávez y el país de Bush es de unos 25.000 millones de dólares anuales.

Empresarios argentinos, que trabajan desde la soja hasta la extracción de petróleo, pasando por los que producen colectivos y decenas de pymes, quieren hacer lo mismo que los norteamericanos.

Kirchner les abrió las puertas de Caracas. Los negocios forman parte legítima del mundo.

Otra cosa son los bonos argentinos, porque Chávez ya le compró en total a Kirchner el equivalente a casi el 50 por ciento de la deuda saldada con el Fondo Monetario; Chávez le cobra intereses más altos.

Tampoco se explica que una empresa como SanCor, importante para el abastecimiento lácteo del mercado argentino, haya tenido que aceptar compras adelantadas de Venezuela por 80 millones de dólares. Si ésa era la magnitud del problema de la cooperativa santafecina, ¿no hubo acaso un recurso argentino para resolver su conflicto? Esto ya no es culpa de Chávez, sino del desorden cerebral del Estado argentino. La democracia está devaluada en América latina. La presencia de Chávez en el Mercosur ha significado un desprestigio político, sobre todo en Europa, para la coalición del Sur.

Ningún dirigente europeo está interesado ahora en acuerdos profundos con el Mercosur, como sí lo estuvieron muchos de ellos hasta hace un par de años. Kirchner cuenta los barriles de petróleo venezolano que podrían quedar en manos de Enarsa (que explotarán empresas privadas porque esa compañía estatal no tiene dónde caerse muerta) y raramente se detiene en las desdichas de la pobre democracia latinoamericana. Debe reconocerse que el presidente Lula ha sabido mantener distancias más prudentes con Chávez.

El problema se agrava en el Mercosur si, encima, Uruguay está incómodo en la coalición. Uruguay no tiene el petróleo ni los petrodólares de Venezuela, pero tiene mucho más prestigio político en el mundo.

Lula lo comprendió cuando decidió hacerle una visita especial a Tabaré Vázquez, aunque lo hayan inspirado también viejas promesas al mandatario uruguayo. La dificultad de Kirchner consiste en que sus gritos públicos le crean una imagen ambigua en el mundo y siempre llegan tarde los contenidos de sus conversaciones reservadas.

La imagen ya está instalada. Nunca hubo una actitud contra los Estados Unidos , se apuraron a aclarar muy cerca de Kirchner. El apuro también fue extemporáneo: las noticias de un Kirchner otra vez desafiando a Washington habían ya recorrido el mundo. Nadie podría explicar nada, además, si se llegara a hacer con Chávez en Buenos Aires un acto político contra Bush cuando éste visite Montevideo. La agresión la sentirán Bush, Tabaré Vázquez y el propio Lula, que también será anfitrión del norteamericano. La confusión entre Kirchner y Chávez hizo posible, incluso, la versión de que el argentino se proponía reestatizar YPF.

El propio Kirchner tuvo duras palabras contra la privatización de la petrolera en la noche del jueves ¿Se propone sacarle YPF a Repsol? No. Es un delirio. Nunca se me ocurrió hacer una cosa así , dijo el viernes.

A su lado, se admitió que algunos funcionarios de segundo rango podrían hacer tales divagaciones. Al contrario, el Presidente prepara el proceso de negociación con todas las petroleras para ampliar en diez años las concesiones actuales de los pozos, que vencerán en 2017. Las inversiones requieren más tiempo de previsibilidad que el que otorga ese plazo.

La negociación con las empresas es facultad de las provincias petroleras, pero el gobierno nacional deberá homologar luego su conclusión. Le pediremos más inversiones a Repsol. Punto. No hay ningún otro proyecto , aseguró el propio Kirchner.

Ya tiene un modelo para seguir: la negociación que concluyó con la provincia de Chubut el petrolero preferido del Gobierno, Carlos Bulgheroni. Kirchner sabe que un manotón a Repsol requiere una decisión política previa: la ruptura definitiva con el rey Juan Carlos, con Rodríguez Zapatero y con su oposición. Debería romper con España toda , dijeron con precisión a su lado. Kirchner nunca hará eso, pero la tribuna ardiente y los amigos desaliñados le sirven siempre para amagar sin pegar.
La magnitud del precio que pagará es una obra del después, irreconocible por ahora.

Por Joaquín Morales Solá


Link permanente: http://www.lanacion.com.ar/886515

No hay comentarios: