Reflexiones de la diputada nacional Norma Morandini con motivo de la asunción de la Dra. Carolina Scotto como Rectora de la Universidad Nacional de Córdoba.
ABRIL EN PORTUGAL
ABRIL EN PORTUGAL
Abril, en Portugal, el tiempo de los claveles.
La flor símbolo de la festividad que el 25 de abril celebra la caída de la dictadura del solterón Antonio de Oliveira Salazar.
Los jóvenes capitanes, hartos de las guerras coloniales en África, derrocaron aquel día de la primavera de 1974 la dictadura más prolongada de Europa, instaurada en 1926.
Sin tirar un solo tiro y con claveles en la punta del fusil hicieron la revolución más silenciosa y la democratización más generosa: los militares no cayeron en la tentación de conservar el poder y lo entregaron totalmente a los civiles. Por eso, "abril en Portugal" no sólo es el mes que "se vuelve una canción" como dice el fado más conocido al que los portugueses conocen como "Coimbra", la ciudad de la universidad más prestigiosa del país y una de las más antiguas de Europa.
Como en la canción, enlazo las saudades del país en el que renací porque fue en Lisboa donde indagué, por primera vez, sobre el significado de ser cordobés y esta Córdoba de mi Universidad que este 25 de abril quedará, también, unida a Portugal en el calendario. Aquí como allá dos cambios silenciosos, pacíficos, históricos.
En Portugal, la revolucao dos cravos (claveles); en Córdoba, la otra revolución silenciosa, la feminización de los claustros, pondrá una mujer rectora de la Universidad. No porque crea -vale aclararlo rápidamente- que ser mujer, por sí solo, es un valor en sí mismo, sino porque vale analizar la simbología escondida en semejante mudanza. La primera mujer en sus cuatro siglos de vida.
Carolina Scotto tiene suficientes y probados méritos como intelectual, como profesora, como decana de la Facultad de Filosofía, pero haber sido elegida democráticamente es un avance que no se puede desechar. Sobre todo porque nuestro país todavía sigue dando muestras de sus residuos autoritarios y Córdoba hasta pocos años atrás nos llenó de vergüenza por las manifestaciones en contra del ingreso de las mujeres al Monserrat.
Un atraso que impone la ineludible necesidad de democratizar la democracia. Y con esa elección nuestra provincia recupera su mejor identidad.
Como no se puede ser moderno sin tradición, Córdoba puede mirarse en lo que mejor nos define, la Universidad y su mejor pasado, la Reforma de 1918. Nuestra querida Córdoba que pasa de ser heroica a arrepentida, de isla a ir a contramano del país, del humor al llanto y hoy, en la figura de una mujer, se anticipa a su tiempo y, por eso, nos llena de esperanza. Un sentimiento que aún cuando en su etimología, esperar, contraría la acción, siempre es más saludable que el cinismo o el brutal pragmatismo que se apropió de la política.
Como también se trata de valores compartidos, y por eso sociales, es innegable que las mujeres, cuando no se masculinizan , ejercen la autoridad de otra manera.
Y la nueva rectora, por su formación filosófica y por su experiencia ya como decana tiene todo para huir del bajísimo grado de institucionalidad con la que se mide habitualmente el trabajo de las mujeres, siempre tan proclives a la abnegación y el ser para los otros. La madre que cuida, la maestra que enseña y la amiga que comparte la información. Valores que, sin embargo, hoy se reconocen como virtudes en las grandes organizaciones, maniatadas por el deber a obedecer, esa lógica del cuartel que es tan funcional a la dictadura de la mediocridad de los que prefieren las órdenes a la responsabilidad y los que defienden cargos y empleos en lugar de trabajos y servicios.
Si a la Universidad de Córdoba se le aplica la lúcida observación de otra filósofa, la brasileña Marilena Chaui, la intelectual más destacada de Brasil, una paulista amiga de Córdoba, quien sostiene que "en toda América latina, la universidad está en camino hacia su destrucción como institución social y hacia su transformación en una organización cuyo único vínculo es el mercado", se entenderá mejor la ciclópea tarea que le espera a esa mujer todavía joven, de aspecto frágil y convicciones fuertes que es la nueva rectora de la Universidad.
El primer obstáculo a vencer es el pragmatismo del ..."y es así", ese fatalismo adolescente con el que se miran los fenómenos sociales sin entender la contingencia histórica de un país que debe levantarse de los escombros dejados por la lógica privatista que canceló la critica y cambió el compromiso con la verdad por las utilidades del mercado.
Y qué mejor que una filósofa para descontar el valor que le otorga a la libertad sin la cual ninguna tarea institucional vale la pena.
Dicen que las mujeres nos comprometemos más con los contenidos que con el lugar que ocupamos en las estructuras, pero ahora una mujer ocupará el tope de una de las universidades más importantes de Argentina.
Y si desde Córdoba, parodiando a los jóvenes del ‘18, podemos decir que al ganar una libertad perdimos una vergüenza, resta desear que los diferentes sectores que apoyaron a la hoy rectora tengan la generosidad de aquellos capitanes de Portugal y, en lugar de pedir una porción en la torta de los cargos, la apoyen y acompañen en beneficio de lo que los trasciende: la Universidad.
Norma Morandini
Columna de opinión publicada en el diario "La Voz del Interior" el 25 de abril de 2007.
Norma Morandini
Columna de opinión publicada en el diario "La Voz del Interior" el 25 de abril de 2007.





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