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12.9.07

Si hubo fraude, está en las urnas

Néstor Sargiotto
Periodista

Más allá de que no todos compartan hoy este planteo, el análisis de las cifras preliminares de las elecciones del domingo 2 y la revisión de las actas que manejan en distintos partidos políticos lleva a una conclusión: el escrutinio definitivo, tal como se realiza hasta ahora, no sólo va a ratificar la victoria de Juan Schiaretti frente a Luis Juez, sino que muy probablemente la diferencia final será algo superior a los 17.000 votos originales. Así, podríamos situar en unos 25.000 votos, más/menos el saldo de urnas impugnadas.

Dicho de otra manera, en el Correo pudo haber mil torpezas durante la noche del domingo, pero esos errores en la carga de datos del escrutinio provisorio no cambiaron el perfil de los resultados, en especial en el renglón de votos a gobernador.

Las primeras dudas estadísticas que surgen de las cifras del escrutinio provisorio, parten de un análisis más fino de los números.

A saber:
La tasa de participación fue muy diferente en los departamentos con presencia efectiva de fiscales del Frente Cívico respecto del resto de la geografía provincial. Ello incluye no sólo la Capital, sino departamentos como Punilla y Colón, que coincidieron en una media de 63,4 por ciento de votos positivos sobre el total de empadronados, frente a un promedio de 70 por ciento en el resto de los departamentos, con picos importantes en Marcos Juárez, Juárez Celman, Río Segundo, Totoral y Unión, lugares donde la lista del Frente Cívico ocupó un cómodo tercer puesto.

Entre los departamentos ganados por el PJ, la participación efectiva fue más baja en donde el Frente Cívico ocupó el segundo lugar. El sentido común indicaría todo lo contrario, es decir, se debería haber registrado mayor afluencia en donde los dos principales jugadores peleaban voto a voto la compulsa general.

El último tramo de mesas ingresadas elevó el porcentaje general de votos emitidos.

En localidades controladas hegemónicamente por el PJ y la UCR predominan los casos de escrutinios con bastantes más votos escrutados a gobernador que a intendente (vale aclarar que la suma de votos emitidos debe ser siempre igual, ya que cuando un ciudadano ingresa al cuarto oscuro “emite” un voto para todas las categorías, aun cuando algún tramo de la boleta vaya en blanco).

La relación es inversa en localidades con presencia del Frente Cívico (o de terceros partidos), con un leve predominio de los votos a intendente. Lo mismo sucede en localidades donde la UCR y el PJ pelearon voto a voto la intendencia (fruto seguramente de un escrutinio más prolijo).

¿Hubo o no hubo fraude? Para no saturarlos con indicadores estadísticos, vamos a la pregunta que nos hacemos los cordobeses desde el domingo 2 de setiembre: ¿Hubo o no hubo fraude?

Los números pueden ayudar a encontrar una respuesta. Por lo que señalaba al comienzo, si hubo fraude, el fraude está dentro en las urnas. En otras palabras, la Justicia Electoral hace su trabajo cuando realiza el conteo oficial de las planillas, es lo que le indica la ley y lo que permitirá subsanar cualquier error de los data entry (cargadores de datos) al momento de cargar los telegramas o una impugnación. Pero esa película, con ese guión, tiene un final anunciado: Schiaretti gobernador y varios cientos de miles de cordobeses convencidos de que los estafaron en su buena fe (incluido más de un votante justicialista, por cierto).

Máxime cuando existen indicios, algunos más subjetivos y otros tomados de guarismos estadísticos como los que mencioné anteriormente, que dan para pensar que puede haberse registrado un “volcado de padrón”, especialmente en los lugares sin presencia fiscalizadora efectiva de terceros partidos.

Ahora bien, el “volcado de padrón”, esto es, hacer figurar más votos que los reales, se da en todas las elecciones, especialmente en los pueblos chicos. Y no hace falta que Schiaretti, Negri o Juez pergeñen la maniobra, ya que en general son los referentes de los partidos hegemónicos del pueblo los que se ponen de acuerdo para “inflar” los números y ganar peso en la estructura de sus respectivos partidos.

El tema es que para que una maniobra de esta naturaleza dé vuelta una elección provincial tiene que darse de manera sistemática, generalizada y siempre para el mismo lado.

Aquí es donde las matemáticas permiten sacar algunas cuentas. Veamos por parte:

De haberse registrado un volcado de 20.000 votos a favor de un candidato, la mayor parte se debería haber concentrado en unas 1.700/2.000 urnas (asumiendo que unas 4.200/4.500 fueron controladas directamente por el juecismo o terceros partidos independientes). A ese volumen de votos volcados se deberían suman los que necesariamente se agregaron para el otro partido presente en las mesas de toda la provincia.

Una parte del fraude podría ser invisible a los ojos de la estadística. Es la que corresponde a los votos originales de los partidos sin fiscales que se pueden reemplazar por votos de los partidos hegemónicos. El detalle es que en esas localidades el bipartidismo es una realidad absoluta. O sea, no hay demasiados votos “extraños” para reemplazar. En otras palabras, de haber habido fraude, el grueso fue con la técnica del “volcado de padrón” y en un nivel que necesariamente se puede detectar en términos estadísticos.

Los rasgos principales de este “identikit” son:
Diferencia manifiesta de votos a gobernador por encima de los de intendente (se “inflaron” los resultados provinciales y se respetaron los locales para no alterar el reparto de concejales).

Existencia de una tasa de votantes por encima de la media del pueblo o de la región.

Excesiva concentración de votos hacia los partidos hegemónicos en relación a otras urnas comparables.

Como esos rasgos se dan en buena medida, se torna más importante que nunca pasar a la segunda parte. Es decir, qué pasa si abrimos las urnas. Aquí las huellas de un “volcado de padrón” pueden estar más o menos disimuladas, pero básicamente se pueden buscar verificando:

Coincidencia entre la cantidad de votos totales, sobres firmados y registros en el padrón.

Cantidad física de votos de cada partido.

Presencia de votos sin doblar (nunca estuvieron en un sobre).

Aparición de votos “fantasmas” no contabilizados a nivel de intendente (se metió el voto entero, sin cortar el fragmento de candidatos locales).

En suma, lo interesante del caso es que se puede determinar en gran medida si hubo fraude o no sin necesidad de un conteo voto por voto de las 6.152 urnas. Bastaría con tomar un lote de 100 urnas elegidas al azar entre las que presentan mayor potencial de fraude para verificar si el mismo existió. Más aún, también se podría sortear en el momento de la revisión un lote de 200 urnas de los 26 departamentos. Si el fraude existió debería haber dejado huellas en al menos 50 de esas urnas.

Pero tal como están las cosas, la maquinaria oficial se alista para convalidar una victoria de Schiaretti por una diferencia de más de 25.000 votos. En lo personal, considero que muy probablemente el candidato del PJ obtuvo más votos que Luis Juez el domingo 2 de setiembre. Pero también debo decir que, ni yo, ni varios cientos de miles de cordobeses, vamos a estar convencidos de la legitimidad de su triunfo si la Justicia Electoral ni siquiera se atreve a abrir y contar voto por voto al menos un centenar de urnas.

Porque si hubo fraude, aún está en las urnas.



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www.lavozdelinterior.com.ar - 12-9-2007
Enviado por Jorge Daffra

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