Un Fernández menos en la cuenta oficial
Después de 1.887 días como jefe de Gabinete de Néstor y Cristina, pegó un portazo. Hubo dos cartas y múltiples reproches cruzados.
Ignacio Miri y Nicolás Wiñazki
Nunca más. Alberto Fernández en su última aparición pública con Cristina y, hace cuatro años y medio, en la asunción de su cargo en el gobierno de Néstor Kirchner.
El hombre que se consideraba a sí mismo el “disco rígido” del kirchnerismo se fue ayer del Gobierno enojado, sin conseguir la renovación que buscaba y sin que la Presidenta escuchara sus consejos para salir de la crisis política que embarca al oficialismo desde que estalló el conflicto por las retenciones agropecuarias. Alberto Fernández renunció a la Jefatura de Gabinete, adonde había llegado en mayo de 2003, y le dejó ese puesto a Sergio Massa, intendente de Tigre hasta hoy.Fernández se retiró del poder por un puñado de descontentos que venía arrastrando desde los últimos años del gobierno de Néstor Kirchner. Entre ellos se cuentan la nacionalización apresurada de Aerolíneas Argentinas, la pelea del Gobierno con el Grupo Clarín, la intervención en el INDEC, el proyecto del tren bala entre Buenos Aires, Rosario y Córdoba y el manejo oficial de la crisis del campo.El jefe de Gabinete, que se arrimó al santacruceño en los primeros meses de la campaña electoral que lo llevó a la Presidencia, fue desde el inicio de la gestión la cara amigable que tuvo el oficialismo para mostrar ante los empresarios, la oposición y el resto del mundo. Con dos excepciones: cuando la ira desbordó al oficialismo en el conflicto con el campo (y Fernández puso rostro y palabras agresivas) y cuando el tema de la agenda ordenaba cuestionar a Elisa Carrió. La pelea de Kirchner con el Grupo Clarín también puso a Fernández en un lugar que nunca deseó. El ex jefe de Gabinete fue desde los inicios del kirchnerismo el interlocutor preferido por el grupo (y el representante del Estado en Papel Prensa), que lo llamó cada vez que tuvo algún problema con el Gobierno. Ayer, Fernández difundió su renuncia a través del canal de cable Todo Noticias y de Radio Mitre –las dos pertenecientes al grupo–. El Gobierno contraatacó, y la llegada de Massa fue primicia de C5N y Radio Diez. Si el maltrato personal es una de las razones que ahora alegan en el entorno del funcionario caído, la frase favorita de Néstor K era: “Aquí viene el hombre de Clarín en nuestro Gobierno”.Alberto F. también se quejó varias veces por la intervención del INDEC, que comandó su archienemigo Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior. Otro de sus rivales en el gabinete, el ministro de Planificación, Julio De Vido, comandante de la reestatización de Aerolíneas y del proyecto del tren bala junto con Ricardo Jaime. Iniciativas ambas en las que Fernández miró desde la platea.Durante la Guerra Gaucha, apareció como el responsable de negociar con las entidades en protesta, pero sin éxitos a la hora de cerrar acuerdos, obturados desde el inicio al fin por Kirchner. Escribió el texto de su renuncia el sábado, el día después de anunciar la muerte de las retenciones móviles. El lunes a la noche se comunicó con los pocos funcionarios y dirigentes que consideraba su grupo íntimo: Claudio Moroni, titular de la AFIP; Héctor Cappaciolli, superintendente de Servicios de Salud; Alberto Iribarne, ex ministro de Justicia; Juan Manuel Abal Medina, subsecretario de Gestión Pública, y el sindicalista Víctor Santamaría. Les dijo que iba a renunciar porque ve “una escasa voluntad de hacer una reorganización de la gestión” y a los que ocupan cargos públicos les pidió que se quedaran, como Carlos “Chacho” Álvarez cuando se fue de la Alianza. El blanco más visible de su furia fue Moreno. “Si se va, se oxigena el 90 por ciento del gabinete”, afirmó Fernández en esa ronda de confesiones nocturnas.Por la mañana, Alberto llamó a Cristina y le comunicó lo que ya estaba circulando en las radios. Poco después recibió un llamado del gobernador bonaerense, Daniel Scioli, ante quien repitió los argumentos que desparramaba desde hace días: cansancio y descontento con el rumbo oficial.En cambio, las voces que se escuchan en la intimidad de Olivos y la Casa Rosada atribuyeron otras razones a la salida de Fernández. En lo único que coinciden los dos relatos es en que la embestida contra Clarín fue punto de discordia. Pero enseguida lo acusan de “huir del barco” cuando el mar está agitado, de responder a los grupos de poder económico y financiero que se aprestan (dice la versión K) a presionar al Gobierno como secuencia del efecto Cobos y la derrota ante el campo.Casi a la misma hora en que Cristina conoció la renuncia, Massa recibió un llamado de Presidencia. A las 8 y media le avisaron que tres horas después lo esperaban en Olivos. Le dieron un café y Cristina preguntó: “¿Ya sabés por qué estás acá, no?”.
criticadigital
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