El peronismo ha sido muchas veces integrador, o actor principal de acuerdos, de concertaciones políticas.
Hay por otra parte un arsenal de pensamientos burgueses que garantizan la conveniencia de buscar coincidencias. Algunos llegan a decir que en realidad todos deseamos lo mismo, y que discrepamos solo acerca de las metodologías. Se ha llegado a sostener, no hace mucho, que las ideologías han muerto, y por ende entonces basta con elegir buenos administradores para que nos gobiernen.
Todo eso viene acompañado por un continuo elogio de las buenas maneras en las discusiones políticas, y aún en los conflictos sociales. A cada momento se nos propone a nuestra admiración, la conducta de antagonismos sonrientes que se dispensan elogios mutuos durante las negociaciones.
Bueno, estas escasas palabras que me atreveré a describir a continuación, servirán primero para saludar a todas esas ideas que acabo de mencionar, después de todo quien soy yo para no ovacionarlas de pié!!!... Pero también, y como humilde despacho en disidencia, propongo un tímido elogio del desacuerdo, de la bifurcación, de la heterodoxia, de la herejía.
Después de todo, las revoluciones surgen solo de desacuerdos. El hombre es un mono disidente.
Me permito entonces subrayar (haciendo un saludable ejercicio de memoria que me ayude a comprender la realidad convulsionada que nos toca vivir, fogoneada y presentada de manera trágica por el triste papel de la mayoría de los medios masivos de comunicación), la acción política de Néstor y Cristina Kirchner, como venturosos gestores de desacuerdos. Ellos se atrevieron a recorrer caminos que nadie se atrevía a transitar y que parecían alejarse de las concurridas avenidas centrales que recomendaban los poderosos del mundo global. Y se metieron entonces por unas callecitas ya olvidadas, cuyos nombres solo se pronunciaban en foros estudiantiles, o en las reuniones de obreros soñadores, y en rincones que siempre estaban alejados del poder político. Esas calles de desacuerdo, ahora pueden reconocerse. Una conduce al crecimiento del mercado interno, otra al control del comercio exterior, está también el boulevard de la intervención del Estado, el veredón de los Derechos Humanos, la plazoleta de la Ley de Medios, la peatonal de la Asignación Universal por hijo, etc, etc. Por esas calles andaba aquel hombre y hoy (pese a todo) camina su compañera. Alguna de ellas habían sido recorridas también por otro señor en 1946.
Cuando alguien del poder político se aventura por esos andurriales, termina por llegar a un distrito donde el poder político no esta en el mismo lugar que el poder económico. Y la bifurcación se produce, y son inevitables los ataques de las corporaciones y los poderosos, que tratarán de conseguir el regreso de los gobernantes tránsfugas hacia las avenidas iluminadas de sus intereses.


Juan Pablo Galliano